movimientos literarios

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viernes, 1 de octubre de 2010

movimientos literarios de Colombia


Literatura de Colombia

La literatura colombiana, como manifestación de cultura, es mestiza, tropical y diversa. La lucha constante de los legados español, indígena y negro, y la lucha misma en contra de manifestaciones exteriores, producen en Colombia la constante búsqueda por una voz nacional.
] Literatura Indígena
La voz indígena, pobladora original de lo que hoy es Colombia, es paradójicamente la que menos sobrevive. La violencia de los conquistadores y sus esfuerzos por imponer sus costumbres causaron la pérdida de textos legendarios. Algunos de los textos sobrevivientes:
Leyenda de Yurupary. Narración de origen amazónico, escrita por el indio José Roberto y traducida al italiano por el conde Ermanno Stradelli. Yurupary es un héroe mítico, conocido en Brasil y Colombia.
Literatura Colonial
Motivos religiosos caracterizaron la Literatura Colonial.
La Época de la Colonia o Época Hispánica estuvo influenciada culturalmente por lo religioso. Para aquel entonces, mediados del Siglo XVI, se empezaban a establecer los primeros asentamientos urbanos, alrededor de las instituciones gubernamentales españolas. El capital económico, político y cultural era propiedad de una pequeña élite, por lo cual la creación de textos literarios provenía en exclusiva de las clases altas.
Criollos, hijos de españoles nacidos en el Nuevo Reino de Granada, y algunos españoles inmigrantes escribieron libros de diversas materias: desde literatura edificante hasta libros de ciencia, desde oratoria hasta historia y literatura. La mayoría de estos libros se publicaron en diferentes partes de Europa, y unos pocos en Lima y México, ciudades que contaban con imprenta desde el siglo XVI.
Los intelectuales españoles y criollos se enfrentaron a un nuevo mundo listo para ser retratado, por eso las primeras manifestaciones literarias sirven mayormente como crónicas, donde se da cuenta de las tradiciones, los qué haceres cotidianos y los hechos heróicos del nuevo continente.
Se destacan:
  • Juan de Castellanos (Sevilla, 1522 - Tunja, 1607) Sacerdote español, residente en Tunja por más de cuarenta años, autor del más extenso poema jamás escrito en lengua española, las Elegías de Varones Ilustres de Indias.
  • Juan Rodríguez Freyle. (Bogotá, 1566 - 1642) Autor de la monumental obra crónica ‘‘El Carnero ‘‘. De familia acomodada, hizo estudios en el seminario pero no se recibió como sacerdote. Hizo parte de las guerras de pacificación indígena. En la etapa final de su vida se dedicó a la agricultura.
  • Francisco Álvarez de Velasco y Zorrilla (Bogotá, 1647 - Madrid, 1708) era hijo de un oidor neogranadino y de la hija de un oidor de Quito. Desde muy temprano recibió formación religiosa y ejerció la vida política. Su obra fue recogida en el libro Rhytmica Sacra, Moral y Laudatiria. Al contrario de Domínguez Camargo, era un gran admirador de Francisco de Quevedo y era reticente con respecto al gongorismo, con la excepción de Sor Juana Inés de la Cruz a quien le escribió desconociendo que había muerto. Velasco y Zorrilla asume el nuevo lenguaje americano -sus modismos- con orgullo, por lo que se ha ganado el reconocimiento como 'primer poeta americano'. También se le atribuye ser precursor del neoclasicismo. Se destaca su poema Vuelve a su quinta, ah friso, solo y viudo en donde relata el triste reencuentro del hombre viudo con su hogar y cómo la ausencia de su amada transforma el ambiente para el que llega y para los que están.
Literatura de la Independencia
La Batalla de Boyacá selló la independencia de Colombia.
La literatura colombiana durante los convulsionados años de la Independencia, así como todas las antiguas colonias españolas en el continente, se vio influenciada por el ánimo político, lo que determinó el pensamiento y el estilo de los autores criollos. Pero la literatura colombiana no deja de ser heredera de la hispánica y aquel sabor independentista e inconforme ante el estado de cosas coincide a la vez con el romanticismo en boga que dominaría todo el siglo XIX en Colombia.
El de la Independencia se ha considerado como un período de transición entre el Neoclásico y el Romanticismo. Romanticismo incipiente, por supuesto: glorificación de la naturaleza americana, exaltación de la lucha por la libertad, canto a los héroes, expresión de sentimientos apasionados. Durante este periodo se produjeron obras de teatro por dramaturgos como José María Salazar, José Miguel Montalvo, José Fernández Madrid, José Domínguez Roche y Luis Vargas Tejada, el más reconocido de los dramaturgos de la época. En la poesía, se produjeron versos satíricos, versos políticos, así como cantidad de versos en honor a la recién fundada patria.
El discurso político de entonces, liderado por el Libertador Simón Bolívar, se vería representado además en el naciente periodismo republicano del cual Antonio Nariño sería uno de los precursores. El género epistolar y la poesía se abrirían espacios en búsqueda de la identidad de la naciente nación.
La decisión unánime de los padres de la patria de proteger y promover el idioma español o castellano en el suelo nacional, evidencia la gran importancia que la época daba a la palabra. De allí que sea Colombia la primera nación hispanoamericana en fundar en 1871 la Academia Colombiana de la Lengua, Ecuador lo hará poco después en 1874 con la Academia Ecuatoriana de la Lengua y Venezuela en 1883 con la Academia Venezolana de la Lengua para completar el cuadro de las naciones neogranadinas e integrarse posteriormente en lo que hoy se conoce como la Asociación de Academias de la Lengua Española (Panamá conformará su propia Academia Panameña de la Lengua por obvias razones en 1923).
El Costumbrismo
El mayor interés del costumbrismo era retratar la sociedad decimonónica colombiana en sus costumbres. Los costumbristas se ocuparon de señalar los rasgos generales de un pueblo a través de los personajes de sus relatos. En muchos casos, se asumió una postura crítica frente a la sociedad, pues constituye el retrato de los males de una sociedad por culpa del gamonalismo y las guerras civiles. Se pretendía entrener o mostrar el colorido y la gracia de una sociedad.
Las novelas más representativas de este movimiento son Tránsito de Luis Segundo de Silvestre, Manuela de Eugenio Díaz Castro, El alférez real de Eustaquio Palacios y La marquesa de Yolombó de Tomás Carrasquilla, además de la extensa obra Reminiscencias de Santafé y Bogotá de José María Cordovez Moure.
Los Nuevos
Los nuevos o los novísimos es un movimiento que contesta con la ironía, los vestigios del romanticismo y del costumbrismo precedente y que abriría las puertas al nuevo siglo, sobre todo en la década de los 20. El movimiento tiene por fundador al poeta antioqueño León de Greiff. Las características de este movimiento son: la negación del pasado, el amor por lo feo, la oscuridad, el romanticismo escondido, y el misterio, entre otras.
 Piedra y Cielo
El siglo XX avanzaba en occidente al paso veloz de la industrialización, la literatura en Colombia como en Latinoamérica bien pronto se enriqueció con el surgir de movimientos que abrirían el abanico de las letras. De la década de los novísimos, se crea el célebre grupo de Piedra y cielo (1939) con personajes como Eduardo Carranza a la cabeza...
El Nadaísmo
El Nadaísmo, fundado en los años 50 por Gonzalo Arango, fue un movimiento nacido de una época convulsa bajo la sombra de la dictadura militar de Gustavo Rojas Pinilla. Su nombre recuerda absolutamente el nihilismo y el Dadaísmo y entre sus precursores están José María Vargas Vila y Fernando González.
La Generación del Boom
Todo ese caminar literario en Colombia, así como en todo el mundo hispanoamericano, llevaría entonces a lo que hoy se conoce como el Boom Latinoamericano en la cual Colombia tendría una parte bien importante con el Premio Nóbel de Literatura de 1982 Gabriel García Márquez, el escritor colombiano más reconocido en el mundo entero (sus obras han sido traducidas a numerosos idiomas). Hace parte del llamado realismo mágico y del movimiento de la literatura latinoamericana.
Por el mismo tiempo aparece una figura difícil de ubicar en la historia de la literatura colombiana, Andrés Caicedo. Caicedo no sólo estaba distanciado geográficamente del boom, sino que sus obsesiones eran más cercanas a la cultura relacionada con el cine y el rock n' roll, retratando problemáticas sociales urbanas y juveniles.
Generación Desencantada
En realidad esta generación agrupa una franja amplia y ambigua de escritores, poetas posteriores al Nadaísmo que comenzaron a publicar hacia la década del 70. Poetas como Giovanni Quessep, Harold Alvarado Tenorio, Juan Gustavo Cobo Borda, Elkin Restrepo, José Manuel Arango, Juan Manuel Roca entre muchos otros, han sido clasificados en ella, aunque son más las diferencias de estilo, temática e incluso de ideología las que los separan.
Generaciones recientes
Algunos escritores como Cristian Valencia, Alberto Salcedo Ramos y Jorge Enrique Botero, han hecho periodismo literario; el segundo con una biografía sobre Kid Pambelé y el tercero con los libros Últimas noticias de la guerra y Espérame en el cielo, capitán. Ambos son una suerte de herederos de Germán Castro Caicedo y el mejor periodismo latinoamericano. En cuanto a narrativa, destacan nombres como Héctor Abad Faciolince, Santiago Gamboa, Juan Sebastián Cárdenas, Miguel Mendoza Luna, Ignacio Piedrhíta Arroyave, Antonio García, Mario Mendoza,James Cañon, Diego Fernando Montoya Serna[1],[2] Evelio Rosero Diago, Antonio Ungar, Laura Restrepo, William Ospina, Juan Diego Mejía, Óscar Perdomo Gamboa y muchos otros.
Generaciones recientes en Poesía
En las últimas décadas, Colombia ha producido un significativo número de poetas de importancia, de temáticas urbanas y antipoéticas. Entre ellos, brillan los nombres de Federico Díaz Granados, Andrea Cote y Sergio Esteban Vélez, cuya obra poética ha sido reconocida internacionalmente, al igual que autores como juan dario cardena, Carlos Patiño y Hernándo Urriago Benítez.
Literatura del Sicariato
Durante los primeros años de la década del noventa del siglo XX empezó a aparecer la realidad de la violencia del narcotráfico en la literatura de la época. Títulos como La Lectora de Sergio Álvarez, Rosario Tijeras de Jorge Franco y La Virgen de los Sicarios de Fernando Vallejo empezaron a retratar los nuevos miedos y obsesiones que el país había adquirido en esta etapa de la violencia. Las ciudades, a la vez que se convierten en escenario de estas violencias, se convierten en el escenario de estas tramas.
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